Al parecer, el causante fue un ambientador o algún producto similar de estos pulverizados que, junto con la tinta negra, causó estragos en la cara de la muñeca. Al principio pensé en estropearle también el otro ojo para crear una especie de monstruo-farmacéutica para Halloween, pero luego pensé en que quizás a mi prima no le haría mucha gracia la idea (y a mí tampoco me acababa de convencer, la verdad).
Así que al final, y como si estuviera en un examen, se me ocurrieron varias opciones, de la cual solo una es la verdadera:
- Dejar la fofucha tal como está. La cosa no tiene arreglo ni lo tendrá nunca.
- Arrancar la cabeza de cuajo y sustituirla por otra nueva, lo que supone volver a hacer todos los rizos infernales de nuevo uno por uno (o intentar arrancarlos también: fuerza humana vs silicona)
- Aplicar una crema desmaquillante, ya que la piel humana apenas difiere de la composición de la goma eva.
- Pintar encima con color carne en un intento de que se borre el desastre y poder repintar encima.
- Cortarme las venas y dedicarme a otra cosa (no necesariamente en ese orden).
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